Trece tipos de candidatos que nunca deberían ser contratados

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Algunas actitudes en los procesos de selección presagian desastrosas incorporaciones en la empresa

Hay determinados prejuicios que, aunque están muy desgastados, aún funcionan en la práctica en el puesto de trabajo, especialmente en los procesos de selección. Así lo considera Steve Cody, colaborador del Portal Inc., y que como fundador de una agencia de comunicación que ahora emplea a más de 100 personas, ha realizado cerca de mil entrevistas de trabajo. Con la ayuda de los profesionales de Recursos Humanos de su agencia, elabora una lista de tipologías de personas que nunca deberían ser contratadas.

1. El niño de mamá.
Chicos o chicas jóvenes que vienen a la entrevista acompañados por su madre, que espera pacientemente en la sala de recepción y en los casos más extremos, le pregunta a la secretaria cómo va la entrevista. Gracias por la paciencia, mamá, pero necesitamos profesionales adultos y autónomos.

2. El ‘qué hay de lo mío’?
El típico personaje que aún sin haber estado seleccionado, pregunta por sus días de vacaciones, si tienen que ser todas en agosto, si somos flexibles con los días de enfermedad y cuantos días personales hay al año. Amigo, no es el momento.

3. El deportista obsesionado.
Una cosa es hablar de deporte cuando se pregunta por las aficiones, la otra es solo pensar en términos deportivos. Hay candidatos que se presentan como ‘el sherpa que conducirá el negocio a la cima’, ‘el central que va a hacer el pase de gol’ o ‘la pieza que falta para ganar la SuperBowl’. Dejemos esas frases para los deportistas de élite.

4. El que nunca tiene la culpa.
“Me echaron del anterior puesto de trabajo pero no fue culpa mía”, “he hecho todo lo que estaba en mi mano para encontrar trabajo, pero claro, la situación está tan mal…”, etc. Las empresas queremos ganadores, y presentarse así es dar a entender justo lo contrario.

5. El que no tiene preguntas.
¿Cómo puede alguien no tener preguntas sobre un puesto que se le está ofreciendo? Hay gente que tiene respuestas excelentes para las preguntas que se le formulan pero que no tiene preguntas a formular. Aunque las lleven preparadas, esperamos como mínimo un par de preguntas para demostrar el interés por el puesto.

6. El charlatán.
Es difícil entrevistar a personas que no dejan de hablar durante la entrevista. Aunque se aprecia su necesidad de poner de relieve sus habilidades y sus logros, tienen que darle a la pausa de vez en cuando. El colmo es cuando en su larga exposición se van tanto por las ramas que acaban en un…Perdona, ¿Cuál era la pregunta?

7. El minimalista.
Este tipo también se conoce como el monosilábico. Respetamos los buenos oyentes, pero apreciamos un equilibrio entre hablar demasiado y responder solo con un sí o con un no. Cuesta discernir si es por timidez, por desinterés, por desconocimiento…pero nunca salen ganando.

8. El hiperbólico.
Es aquel que tiende a exagerar un poco en el currículum, digamos que un poco más de lo normal. En la entrevista, son mucho más modestos, especialmente si se empieza preguntando por aquello que más se ha exagerado en el papel. Aunque confiesen pues, nunca son recomendables en la empresa. 

9. El camaleón.
Aunque actualmente uno de los atributos más valorados es la capacidad de encajar en distintos puestos, hay que saber discernir entre las entrevistas a las que hay que presentarse y a las que no según la especialidad. No queremos personas que sepan hacer un poco de todo pero mucho de nada.

10. La reina del drama.
Es un solicitante de empleo que se presenta en la oficina, a veces ni tan siquiera con cita previa, y suele mostrarse agresivo en una desesperada búsqueda de atención. Evidentemente, no es lo que estamos buscando, y menos con estos modales.

11. El rey de la improvisación.
Aquel candidato que, nadie sabe muy bien por qué, no ha dedicado ni un minuto a preparar una posible entrevista de trabajo. Así pues, todas las respuestas son “claro”, “efectivamente”, “sin lugar a dudas” y otros conectores vacíos por si solos de significado. Fantástica actuación, pero quizás mejor para el instituto del teatro que para una entrevista de trabajo.

12. El impulsivo.
Profesionales que no son capaces de revisar una cosa dos veces antes de hacerla. Esto da lugar a errores garrafales que aunque es evidente que han sido un despiste, desacreditan toda la demás faena, como por ejemplo, escribir mal el nombre de la empresa o olvidar el nombre del entrevistador.

13. El adicto al móvil.
Hasta en una entrevista de trabajo, son incapaces de dejar el móvil. En ocasiones lo revisan durante la entrevista, del bolso en el caso de las mujeres, o de la chaqueta en el caso de los hombres, y hay incluso quien lo deja encima de la mesa. ¿Cómo va alguien a dejar el móvil durante su jornada si no lo ha hecho ni durante la entrevista?

 

 

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