Los profesionales ahora prefieren las compañías con un fuerte prestigio 

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Algunas empresas han conseguido trascender su dimensión de puros agentes económicos, convirtiéndose en verdaderos fenómenos sociales. Y es que para algunos profesionales resulta difícil no enamorarse un poco del tecnodiseño de Apple, de la omnisciencia de Google, de la osadía de Tesla o del poderío español de Inditex. 

“La clave para que una compañía se convierta en icónica es su capacidad para construir una marca de empleador auténtica y consistente que sabe comunicar con éxito. Esta identidad está habitualmente vinculada a la creatividad, a contar con un propósito apasionante y a los entornos de aprendizaje acelerado”, según Salvador Ibáñez, director de Top Employers Institute España.

Que un aspirante muestre abiertamente sus simpatías por la empresa puede ayudarle durante el proceso de selección. “Una ambición tan clara es garantía de un altísimo compromiso por parte del candidato, de su pasión e interés genuino en nuestro negocio y de que tiene una identificación muy fuerte con nuestros valores. Y esos son los verdaderos motores de un equipo de alto rendimiento”, destaca Ricardo Bacchini, director de Recursos Humanos y Organización de Volkswagen – Audi España.

Es recomendable diseñar una estrategia de aproximación a la empresa soñada que haga visible ese grado de identificación del candidato con la marca. Llevar a la entrevista de trabajo sus dispositivos o productos, participar en eventos organizados por la compañía, contactar con personas influyentes de su organigrama o seguir y comentar sus actividades en las redes sociales son algunas de las vías para hacer patente ese interés. 

Cuando alguien decide que quiere trabajar en una determinada empresa, lo hace pensando en los valores que transmite. Por eso es importante mostrar una imagen realista de la compañía, para no crear falsas expectativas. Es frecuente, sin embargo, que se tienda a idealizar a estos focos de atracción de talento. 

Una vez dentro, comenzará la fase de desmitificación. Si la compañía ha hecho bien sus deberes, no habrá demasiado desfase entre expectativas y realidades. 

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