La buena actitud es un elemento diferenciador para las empresas

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Las empresas son conscientes de la importancia de contar con colaboradores cuyo perfil profesional posea los conocimientos y habilidades necesarias para desarrollar las tareas acorde a su profesión. Lo cierto es que hoy en día las empresas están comenzando a valorar a aquellas personas que entreguen ese valor agregado que es tan difícil encontrar, pero no son exactamente esos conocimientos ni competencias que se describen en el currículum.

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¿Cuál es ese valor agregado tan difícil de hallar? Si bien los conocimientos y habilidades son fundamentales, éstos se pueden encontrar, sin grandes diferencias, en personas con una misma o similar formación profesional, sin embargo, lo que los hace diferentes unos de otros, es la actitud.

La actitud es la manera de estar dispuesto a comportarse de determinada forma frente a diversas situaciones. Actualmente, la “buena actitud” en el trabajo se está transformando en un valor intangible diferenciador, debido a su escasez.

Las altas demandas, las exigencias de los trabajos, las largas y extenuantes jornadas laborales, aumentan el cansancio, el estrés, y en definitiva, la mala actitud frente a las responsabilidades laborales.

Sin embargo, mantener una buena actitud, no tan sólo en el trabajo, sino que también en la vida en general, puede brindar más y mejores oportunidades, porque este tipo de personas resalta del resto. Un trabajador que tiene una actitud positiva y realiza su trabajo sin regañar o discutir, se destacará y será el primero en ser considerado en los proyectos especiales, en ascensos y/o en aumentos de remuneración. Por lo tanto, podríamos decir que una buena actitud puede llevar a un mayor éxito.

Los ambientes laborales tóxicos no deben ser excusas para mantener una mala actitud. Una persona que se desenvuelve de esta manera en la vida, no se contamina con el entorno, porque sabe que está en él elegir la forma en que responderá a las situaciones del día a día.

Pero, para lograr el éxito, se debe combinar tres grandes acciones: el conocimiento, más habilidades, más una buena actitud. Esa es la clave, porque esto hace la diferencia. Es determinante entre la elección de una persona u otra.  Si hay que establecer cuál es la persona indicada para asumir nuevos desafíos o no, esto será concluyente. Si esta persona y sus compañeros tienen habilidades y experiencia idéntica o similar, la elección del empleador sobre qué colaborador debe dejar ir, se basará en definitiva en este valor agregado: la actitud.

“En un proceso de selección es fundamental demostrar que encajas con las necesidades de la empresa, pero mantenerlo en el tiempo dependerá directamente de la actitud que poseas. La capacidad de compromiso, la disposición y la proactividad, son algunas las cualidades que más valoran las jefaturas”, señala Ernesto Velarde, country manager de Trabajando.com Perú.

La importancia de una buena actitud, es valorada por las empresas porque, además, contribuye a un ambiente positivo. Esta manera de ser, tiene un efecto positivo en las personas con las que se desenvuelve y por ende, permite que el lugar de trabajo sea más agradable.

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