Cómo manejar la infelicidad profesional de los treintañeros

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Los gerentes pueden ser flexibles para ayudar a los treintañeros a superar su desafección. Quizá es la promoción de alguien claramente menos competente. El perfil profesional de un compañero de escuela convertido en estrella emergente. O sencillamente el aburrimiento, el cansancio y la pregunta constante al llegar a la oficina cada mañana: “¿esto es todo lo que es?”

Una sensación de hastío profesional acecha a muchos. Pero estudios repetidos indican que no empezamos, ni finalizamos, nuestras vidas laborales de esa manera. La satisfacción del trabajo tiene forma de U.

En 1957, un estudio de las investigaciones sobre  el empleo en EE.UU. decía: “En general, la moral es alta entre los trabajadores jóvenes. Tiende a bajar durante los primeros años de empleo”. Pero después de eso, la moral “sube de forma constante con la edad”.

Hay excepciones, por supuesto. Estas son investigaciones sociales, y cada quien es diferente. Pero muchos de nosotros reconoceremos ese bajón a mitad de carrera, ya sea porque lo estamos viviendo o porque lo recordamos con claridad.

¿Por qué sucede? Los primeros años de trabajo son muy interesantes. Nos sentimos más libres e independientes, formamos parte del mundo con nuestro propio dinero para gastar. Después de años de educación, escuchando sermones de maestros y profesores, formamos parte de una comunidad de adultos.

Si el desempleo juvenil es alto, los nuevos trabajadores pueden sentirse particularmente afortunados de tener empleo, como lo señaló un artículo de 1996 del Journal of Occupational and Organizational Psychology.

Pero después, como con cualquier nueva experiencia, la emoción de la novedad se va extinguiendo. El trabajo se convierte en rutina. Por más felicidad que sintamos al no tener que soportar las reglas escolares, descubrimos que el trabajo tiene sus propias pequeñas molestias.

Luego están las personas por encima de nosotros: las que ocupan los mejores puestos de trabajo, las que bloquean nuestro camino.

Con el tiempo, nos convertimos en esos individuos. A medida que envejecemos, la insatisfacción laboral se derrite como otrora la novedad en su momento. Llegamos a ser más tolerantes de lo que somos y de lo que hemos logrado.

Algunos descartan la idea de una crisis a mitad de carrera, atribuyendo esta noción al sentido de privilegio de una generación acostumbrada a la gratificación instantánea. También es tentador imaginar que la insatisfacción laboral en particular afecta a quienes tienen un alto nivel de educación y alta movilidad social, con sus grandes expectativas.

Sin embargo, un estudio reciente de los empleados en la industria de la construcción de Australia, publicado en la revista Journal of Occupational Health Psychology, encontró que el malestar profesional a mitad de carrera afectada tanto a los obreros como a los ejecutivos.

De hecho, un artículo en el 2012 de Proceedings of The National Academy of Sciences dijo que ese malestar afecta a todos: “Hemos encontrado los patrones de bienestar en forma de U en más de 50 países, incluyendo los países en desarrollo más pobres”. Este estudio encontró que los cuidadores del zoológico de chimpancés y orangutanes habían descubierto una caída en el estado de ánimo de la mediana edad de los simios. La forma de U no aplica solo al trabajo; también tiene que ver con la vida.

Pero eso plantea dos preguntas para los empleadores. La primera es: ¿qué papel tendrán la mayor longevidad y las vidas laborales más largas en cuando sucederá y cuánto tiempo durará el bajón profesional?

Como la serie del “financial Times” sobre la economía de las personas de edad avanzada ha informado, se espera que el número de personas mayores de 60 años se dupliquen para el 2050 y la edad de jubilación esta aumentado. El estudio de 1957 antes citado decía que el punto más bajo de la carrera sucedía entre la mitad de los años 20 hasta principios de los años 30. El estudio realizado en Australia en el 2014 señala que los empleados se sentían peor entre los años finales de sus 20 hasta principios de los 40.

Si la gente espera trabajar por más tiempo, y ven que los que van delante retrasan la jubilación, ¿acaso no solo caerá su entusiasmo más tarde sino que también durará por más tiempo? ¿Acaso no se irá alargando el patrón en U de la satisfacción?

Dado que el rango de edad de más joven a más viejo en las organizaciones aumentará, eso parece probable.

Esto plantea la segunda pregunta: ¿Qué harán los gerentes al respecto? Podrían tratar de decirles a los empleados a mitad de carrera que no sucumban a la desesperación; que las cosas mejorarán. Es poco probable que eso funcione con los treintañeros al igual que con los adolescentes. Ambos grupos se sienten atrapados.

Los gerentes podrían aceptar que algunos individuos se irán: ¿acaso un MBA no es una (costosa) protesta contra la monotonía de hacer el mismo trabajo por siempre?

Lo más valientes podrían dejar sus empleos y empezar sus propios negocios. Los gerentes deben desearles suerte y decirles que siempre habrá un lugar para ellos si desean regresar.

Los que se quedan requieren un manejo más imaginativo. Necesitan un sentido de propósito y una oportunidad para liderarlo o probar innovaciones, lanzar nuevos productos, entrevistar reclutas. Y aunque los empleados de más edad quizá no estén listos para retirarse, tal vez acepten trabajar menos días y renunciar a parte de su poder. Uno podría, al menos, consultarles al respecto. Al ver la vida más filosóficamente, probablemente no lo tomen personalmente.

 

Fuente: Día 1 – El Comercio

 

 

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