9 cosas que nunca debes decir en una entrevista de trabajo

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Cuando estas en un proceso de selección, es normal sentirse esperanzado, pues lo más probable es que hayas sido escogido entre un gran número de solicitudes. Sin embargo, la entrevista es el momento clave, en el que demostrarás que tú y solo tú eres la persona adecuada para el puesto.

Tus preguntas deben demostrar no solo que estás interesado, sino que has invertido tiempo y esfuerzo en investigar lo básico sobre la compañía. Harriet Green, directora de IBM, relata para Glassdoor unas cuantas frases que nunca debes decir a tu futuro empleador:

  1. “Así que… ¿Se dedican al mundo de la tecnología?”. Puede que charlar por charlar funcione con tus vecinos en el ascensor, pero no en una entrevista. Aquí hay que ir al grano. Una declaración tan vacía como esta demuestra falta de confianza y la necesidad de validación por parte del entrevistador. Manifiesta que estás nervioso, que no te has informado previamente o ambas cosas.
  2. “¿Qué hace exactamente esta empresa o departamento?”. Encontrar la respuesta a esta pregunta es parte del trabajo del candidato, no del entrevistador. Tus preguntas deben demostrar no solo que estás interesado, sino que has invertido tu tiempo y esfuerzo en investigar lo básico sobre la compañía. Empieza pues por la función del trabajo, en qué proyectos se encuentra la empresa ahora o a qué desafíos se enfrenta. De esta manera, podrás resaltar tu valor de una manera mucho más concreta y eficaz.
  3. “¿Por qué decidieron entrevistarme?” o “¿qué es lo que más les gustó de mi currículo?”. Tu labor no es poner a prueba al entrevistador. Más bien la contraria. En lugar de preguntar algo así, prepárate para responder cuestiones del tipo: “¿Qué impresión crees que me causa tu currículo?”. Asimismo, has de prever que no solo vas a tener que hablar de tus habilidades, sino saber relacionarlas con los requisitos enumerados en la descripción del trabajo.
  4. “¿De verdad yo sería un buen fichaje para el equipo?”. De nuevo, no es una mala pregunta para tener presente antes de la entrevista, pero no se la deberías hacer al que decide si vas o no a formar parte de la empresa. En cambio, prueba a reflexionar antes del encuentro sobre si la cultura de la compañía está acorde con tus valores, si puedes seguir su ritmo de trabajo o si son el tipo de gente con los que te gustaría pasar tu día a día.
  5. “Soy muy malo / bueno con…”. De una forma u otra vas a tener que responder a la pregunta sobre tus defectos. Hay que ser humilde, pero tampoco hace falta que tires piedras contra tu propio tejado. En vez de hablar de una debilidad, hazlo sobre un área en la que te gustaría mejorar. De la misma forma, los elogios desmedidos a uno mismo pueden jugar en tu contra. Si afirmas ser un experto dará la sensación de que tu jefe no te puede enseñar nada y has de tener en cuenta que el afán por aprender es uno de los rasgos clave que suelen buscar los empleadores.
  6. “Me apasionan las hojas de cálculo”. Puede que tu pasión por el Excel no conozca límites (permite que lo pongamos en duda), pero ante todo debes ser honesto con tus gustos y no modificarlos según lo que creas que el entrevistador busca.
  7. “Me encantó lo que hicieron el otro día…”. Si vas a elogiar algo tan concreto (no es mala idea), ten presente que debes responder por qué te gustó tanto o qué significa para ti. Quizá te sirvió de inspiración para una idea de la que te gustaría hablar. De lo contrario, no es más que otra señal de que estás nervioso y de que te falta confianza. Un buen entrevistador buscará preguntas rebuscadas no tanto para ver si conoces la respuesta, sino para descubrir cómo piensas
  8. “Cuando trabajé en otra empresa, no me gustó nada cómo hacían X. Y con ustedes, ¿cuál es el enfoque sobre X?”. Procura mantener la conversación con un tono positivo y respetuoso. Y, si de verdad te interesa, tan solo pregunta cómo se hace X, sin mencionar experiencias negativas en otra compañía.
  9. “No tengo respuesta”. Un buen entrevistador te pondrá las cosas difíciles y buscará preguntas rebuscadas no tanto para ver si conoces la respuesta, sino para descubrir cómo piensas. Lo importante es no quedarse en blanco y no admitir la derrota.
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