Empresa feliz: El desafío de avanzar más allá de un buen clima laboral

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Jorge Luís Becker
Country Manager
ILM
Teresa Cueva
Presidenta
ESE
Ana Sayán
Gerente General
Crece Consultores
Suzanne Alfaro
Directora
Happy Company

 
Lo más evidente en una persona infeliz es que está menos dispuesta a dar lo mejor de sí en su trabajo. Por lo tanto, es casi seguro que su contribución final sea mucho menor a lo que realmente pueda lograr de otro modo.

En opinión de Jorge Luís Becker, Country Manager de ILM, la relevancia de la felicidad en el entorno laboral está relacionada con la capacidad y disposición de las personas de ofrecer lo mejor de sí y de recibir y disfrutar de las buenas experiencias que el trabajo le ofrece, más allá de su remuneración o beneficios laborales.

Tener personas felices en la organización se traduce finalmente, para Teresa Cueva, Presidenta de ESE, en mayor rentabilidad en la empresa. Por su parte, Ana Sayán, Gerente General de Crece Consultores, añade que las personas felices evitan la rutina en lo que hacen, les gusta crear e innovar y practican la automotivación.

«En suma, la felicidad de los colaboradores mejora la productividad de la empresa», resume Suzanne Alfaro, Directora de Happy Company.

Por todas esas razones las organizaciones ahora están interesadas en lograr que los colaboradores disfruten más su trabajo y hagan sentir mejor a sus clientes. Es una estrategia que las compañías están utilizando para generar climas favorables y armoniosos donde sea posible mejorar el bienestar de sus colaboradores.

Entorno adecuado

Si bien la felicidad es una experiencia personal muy profunda, la empresa puede comenzar por preservar unas condiciones mínimas de bienestar. «Acá, lo más evidente es el reconocimiento, equidad de trato, justicia, pero también, aunque menos evidente, la posibilidad de que las personas reciban nuevos retos», comenta Jorge Luís Becker.

Ana Sayán coincide en que es importante celebrar o reconocer los logros colectivos e individuales, pues de esa manera se incentiva a los colaboradores a que continúen haciendo su trabajo de la mejor manera. «Para ello es vital que se fomente el optimismo, generando para ello estrategias de involucramiento que abarque a todos los colaboradores de una empresa», comenta Sayán.

Entre las pautas que sugiere Teresa Cueva está el desarrollo de espacios de aprendizaje que funcionen de forma permanente, porque las personas valoran mucho su desarrollo.

Lo otro es promover la actitud positiva, no como un concepto gaseoso o romántico, sino como un enfoque hacia el logro de objetivos. «Un líder que tiene un enfoque positivo hacia su gente, clientes, proveedores, va a enseñar con el ejemplo. Un enfoque positivo no encuentra excusas para no hacer algo, sino lo contrario, encuentra motivos para hacerlo», explica Teresa Cueva.

Fomentar el compañerismo en la organización es otro tip que funciona muy bien. La concepción de que a la organización se viene a trabajar y no a hacer amigos está siendo desterrada, porque es un paradigma que no ha funcionado. «La persona libera lo mejor que tiene cuando los que lo rodean son sus amigos o compañeros», considera Teresa Cueva.

Si finalmente se consigue que los colaboradores sienten que no tienen que ir a trabajar sino que quieren hacerlo, el resultado para la organización será otro. Y lo fundamental para conseguir esa actitud es el compañerismo.

El factor confianza

Ligado al concepto de compañerismo está el factor confianza. Si los colaboradores confiaran en sus pares –no necesariamente en sus jefes–, en muchas organizaciones se podría ahorrar hasta un 15% de tiempo, según Teresa Cueva.

«El factor confianza es clave y se comienza a construir desde el espacio personal hasta el organizacional. Si se logra instaurar la confianza, esa empresa va a ser muy estable y sostenible en el tiempo», afirma por su parte Suzanne Alfaro.

También, en opinión de Suzanne Alfaro, una buena cultura organizacional, en donde las creencias de las personas tienen sólidos fundamentos, ayuda a generar un marco propicio para el desarrollo de la felicidad.

«Detalles como no dejar de celebrar un cumpleaños, o enviar una tarjeta en el día de las bodas de plata del colaborador son básicos», anota Teresa Cueva.

Se ha constatado también que el estado de ánimo, positivo o negativo se transmite al entorno inmediato. «Entonces, es clave llevarse bien con los compañeros y desarrollar una actitud generosa de brindar ayuda a los demás», aconseja Suzanne Alfaro.

Sin duda, trabajar todos estos elementos muy ligados al clima laboral es un buen punto de inicio para conseguir que se propicie la felicidad en el trabajo.

Si un empleado se encuentra feliz y comprometido tendrá mejores relaciones con su jefe, estará más preparado para manejar los cambios que puedan darse dentro de la empresa así como sobrellevar los conflictos que puedan surgir. «Todo ello debido a que se siente valorado, ya sea por su jefe directo o por la empresa en general, y así podrá manejar el estrés de una manera mucho más eficiente», asevera Ana Sayán.

Estímulo directo

Ahora, ¿cómo estimular directamente la felicidad? Esta  es una interrogante mucho más compleja, pero existen sugerencias básicas que contribuyen a ello.

Por ejemplo, Jorge Luís Becker recomienda promover la práctica de la sonrisa. Así como se puede desarrollar una cultura en donde las personas tengan una expresión seria (como ocurre en el ámbito militar), se puede moldear una cultura donde predomine una expresión sonriente.

Está demostrado que la sonrisa de las personas tiene una influencia enorme, mucho más de lo que se pensaba anteriormente. Su impacto positivo es muy fuerte en el entorno y por lo tanto la cultura de la sonrisa es un aspecto que las empresas pueden trabajar.

Sin duda, muchas ya la han puesto en práctica, aunque limitada al trato con el cliente. Jorge Luís Becker insta expandir esa actitud al interior de la organización, ya que, de hecho, una sonrisa es la señal más evidente de un estado de felicidad y que puede transmitirse a los demás.

Si las empresas conscientemente trabajan la cultura de la sonrisa, Jorge Luís Becker asegura que van a obtener beneficios internamente, porque se ha demostrado que la felicidad tiene un impacto muy positivo sobre la productividad de la persona: se vuelve más eficiente y particularmente más creativa. Esto último es muy valioso especialmente en un ambiente en que las empresas pugnan por diferenciarse entre ellas.

En general, al desarrollar programas para fomentar la felicidad, Suzanne Alfaro enfatiza que siempre es necesario conocer pero además preguntar y escuchar al colaborador.

No es posible crear una política general. Pero, la empresa puede identificar qué hace feliz a cada uno de los colaboradores, individualmente. En función a eso desplegar una serie de acciones que eleve el grado de bienestar del individuo.

Como ocurre en la gestión del clima laboral, el rol de los jefes es clave en este sentido. Para Ana Sayán son los líderes de la organización quienes van a posibilitar la promoción y realización de actividades enfocados en la felicidad. «Son ellos quienes guiarán ese camino para la promoción de la felicidad dentro de una organización y servirán de inspiración para los colaboradores que aún se encuentren en la duda por institucionalizar el tema de felicidad», añade Sayán.

El reto individual

La felicidad finalmente reside en cada una de las personas, por eso Jorge Luís Becker refiere que la empresa puede facilitar o contribuir en la felicidad de sus colaboradores, pero aclara que la felicidad es una conquista individual, no grupal. Es un proceso de toma de conciencia: ser consciente de lo que una persona es, de lo que tiene, de lo que está construyendo, de lo que representa y de lo afortunado que es.

«Nadie va a lograr que una persona sea feliz si es que no se esfuerza por serlo. La empresa puede contribuir, pero la tarea más importante le toca a la persona. Ser feliz es una decisión consciente y voluntaria que uno toma todos los días», plantea Suzanne Alfaro.

En esta dirección, la empresa puede desarrollar estrategias para contribuir a la toma de conciencia de sus colaboradores, pero quién va tomar conciencia es la persona.

Cuando se toca el tema de la felicidad individual, refiere Ana Sayán, no se puede dejar de lado la predisposición genética que explica el 50%. Pero, eso no quiere decir que la felicidad ya esté asegurada, ya que también existe un 40% que es determinado por las actividades diarias que uno realiza, ya sean acciones en pro de la felicidad o acciones que intenten mermar dicho estado.

«Finalmente nos queda un 10% determinado por las circunstancias que a cada uno le toque pasar. Pero, creo que más que todo, el alcanzar el bienestar o felicidad depende de cada uno y la actitud que tenga frente a ello, pues si nos encontramos dispuestos a conseguirlo estoy segura que lo lograremos», destaca Sayán.

Esfuerzo importante

En términos económicos, centrarse en el bienestar del individuo resulta menos costoso que mejorar el clima laboral, aunque, como se ha señalado, este es el punto de partida para mejorar la felicidad del individuo.

Sin embargo, aclara Jorge Luís Becker, es más difícil que conseguir un buen clima organizacional, porque involucra mucho más la participación de todas las personas dentro de la empresa, además de los jefes. Adicionalmente, constituir una cultura de felicidad es un trabajo de largo aliento, involucra el desarrollo de una especial sensibilidad hacia el otro.

«Todo eso no cuesta casi nada en términos monetarios, pero requiere de un enorme esfuerzo y tiempo desarrollar esos hábitos en las personas», anota Becker.

La estrategia es diferente para una pequeña empresa y para otra de gran tamaño, porque en la primera resulta más fácil emprender acciones para cambiar hábitos, desarrollar sensibilidades y comprender las necesidades individuales. En las organizaciones de mayor tamaño es más complejo, aunque cuentan con más recursos y con áreas como Recursos Humanos para emprender un reto como éste.

«Pero, todos los montos que se inviertan en actividades para crear ambientes armoniosos o centros de felicidad van a ser productivos, siempre y cuando se realicen de acuerdo a las necesidades de los colaboradores», advierta Teresa Cueva.

Hay que tener en cuenta que, igual que sucede con los beneficios del clima laboral, que se hacen evidentes a lo largo de los años, impulsar la felicidad al interior de la organización brinda sus frutos en el largo plazo. Es muy difícil percibir de forma inmediata sus sutiles aportes a la productividad, ellas se harán más evidentes a través de los años.

Interés de las empresas

Compañías líderes a nivel mundial han tomado el tema de la felicidad como un elemento clave en su agenda. En el Perú la mayoría de empresas están muy interesadas en el clima laboral, que es el elemento básico para encarar la felicidad en el trabajo. Los que han logrado grandes avances en la constitución de un buen ambiente para trabajar son los que ahora están dando el siguiente paso, que es contribuir con la felicidad individual de sus colaboradores.

Es una evolución natural, porque son empresas que han constatado las virtudes que trae a la organización contar con un buen clima laboral y quieren avanzar más. «Los que ya han mejorado el clima laboral ahora están centrándose más en el individuo», agrega Jorge Luís Becker.

Antes parecía que la felicidad no tenía nada que ver con la empresa, pero la experiencia está demostrando que aquella es una fuente importante de productividad para ésta. Las empresas que son más conscientes de ello están dispuestas a invertir más en la felicidad de sus colaboradores.

Por ejemplo, se constata en que ahora las empresas no solo hacen talleres para mejorar habilidades de trabajo en equipo, comunicación o liderazgo, sino realizan talleres de ebanistería, pintura, meditación trascendental, etcétera, es decir actividades de interés netamente individual del colaborador. «También hay que decir que muchas empresas lo hacen más de fuerza que de ganas. Otras si tienen un interés genuino por lograr colaboradores felices que contagien su felicidad a los clientes», advierte Teresa Cueva.

En suma, es un proceso que está avanzando tanto por imitación a las empresas más exitosas y con claro liderazgo en el mercado, como por los beneficios que constatan las propias empresas.

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