Salario Emocional: ¡No quiero tu dinero, prefiero que me pagues bien!

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Por Cristina de Alba (España), Licenciada en Psicología, Postgrado en Dirección y Gestión de Recursos Humanos

El salario emocional se refiere a la retribución “no económica” que reciben los trabajadores. 

No siempre el dinero es lo más importante y muchos empleados prefieren obtener menos ingresos y tener satisfechas otras necesidades personales, familiares y profesionales.

No es extraño encontrarse con personas que cambiarían de puesto de trabajo por un pequeño aumento salarial. Sin embargo, existen otros factores muy importantes que no están relacionados con la cantidad de euros que el trabajador encuentra en su cuenta bancaria a principios de cada mes.

Tener más calidad de vida y tener la posibilidad de conciliar la vida personal y profesional pueden tener mucho más peso a la hora de decantarse por un puesto de trabajo.

Cada vez es más frecuente que las empresas consideren la importancia del salario emocional. ¿Por qué? No es solo una cuestión de ahorro de costes (menos absentismo y rotación de personal). Unos empleados satisfechos y felices tendrán un mejor desempeño, serán más productivos y, por lo tanto, la empresa será más competitiva.

Además, es una forma muy eficaz de evitar que el talento abandone las empresas. Las personas (por increíble que pueda parecerle a algunos…) no solo se mueven por dinero. Si el talento humano de las empresas se siente “bien pagado emocionalmente”, es difícil que quiera cambiar de puesto de trabajo. La clave es dar a las personas la oportunidad de desarrollarse PERSONAL y PROFESIONALMENTE en las empresas.

Elementos del salario emocional

Si una empresa se plantea la posibilidad de ofrecer una retribución emocional atractiva y competitiva a sus empleados, puede empezar por analizar qué está haciendo en estas áreas:

Horarios: el clásico calentar la silla hasta las 19:00 horas (o más…). Está demostrado de sobra que el presentismo no es productivo, que no sirve de nada “obligar” a los trabajadores a permanecer en una oficina un horario fijo e inamovible. Ofrecer a los empleados una “fantástica” jornada inacabable que se extienda durante todo el día y no les permita ver a su familia es sinónimo de pagarles muy mal.

Sin embargo, un salario emocional competitivo debe incluir flexibilidad de horarios (“nos importan el rendimiento, la productividad y el trabajo bien hecho, no si entra a la oficina a las 8:00 o a las 9:00” debería ser una máxima de las organizaciones modernas).

En España, tener una jornada que permita la conciliación parece impensable. Sin embargo, Iberdrola ha sido la primera empresa española del IBEX-35 en implantar una jornada intensiva. ¡Y les da beneficios! Los datos indican que la empresa ha aumentado su productividad, además de haber disminuido el absentismo y la siniestralidad laboral.

Participación de los trabajadores: no permitir que los trabajadores de una empresa tengan “ni voz ni voto” en la toma de decisiones está relacionado con un salario emocional escaso. Compartir la información y permitir la participación de los empleados en la toma de decisiones es clave para aumentar su compromiso con la organización.

Reconocimiento: si un trabajador hace un gran esfuerzo o realiza un trabajo excelente, reconocerlo y elogiarlo son formas de retribuirlo no económicamente. Sentirse valorado y respetado en una empresa es un factor fundamental que potencia la motivación de los trabajadores y mejora su desempeño. Decir “estamos orgullosos de tu trabajo” no cuesta nada y puede generar más satisfacción que un incremento en la nómina.

Formación y promoción: tener la posibilidad de desarrollarse profesionalmente dentro de una empresa es uno de los factores más valorados por los trabajadores. Ofrecer planes de formación que permitan mejorar las competencias y conocimientos de los empleados e instaurar mecanismos de promoción interna son dos formas de hacer que las personas consideren que tienen un buen salario emocional.

Y a ti, ¿te pagan bien? ¿Tu empresa es flexible con los horarios, te da la oportunidad de participar en la toma de decisiones, reconoce el esfuerzo y el trabajo bien hecho y te da oportunidades de formarte y promocionar? Si es así, ¡enhorabuena! Si no lo es, es posible que, sin saberlo, tu organización esté abriendo las puertas para que le talento salga despavorido.

 

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