Miedo al Cambio

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Por Jorge Loeches (España), Partner Country Manager Perú, Ackermann Beaumont

El miedo al cambio es natural al ser humano. Cuando nos acostumbramos a una determinada vida, trabajo y horario, embarcarse en un proyecto nuevo, con funciones y responsabilidades diferentes, nos embarga el vértigo. Es algo humano pero ése es el momento de ser práctico, saber si se está preparado y, de lo contrario tener la entereza de descartar el cambio.

He recibido una llamada de un head hunter para ofrecerme un nuevo puesto de trabajo en el que ganaré más dinero en una compañía de sobrada solvencia y con la que me integraría en un proyecto realmente interesante en el que me gustaría participar.

Una vez realizadas todas las entrevistas, y con el contrato listo para firmar, veo que merece la pena participar en este nuevo proyecto y que podría suponer un impulso en mi carrera, amén de un salario superior al que percibo actualmente pero… me planteo una serie de dudas: ¿y si no sale como pienso, y si el proyecto fracasa, y si no paso el periodo de prueba, y si no me adapto a esta nueva compañía y si….?. Si me asomo a este precipicio la altura me dará un vértigo laboral que quizás no quiera ni asumir ni enfrentar.

En los últimos meses, como respuesta al menor crecimiento económico del país, el mercado laboral se ha retraído ligeramente afectando, de manera evidente, a niveles ejecutivos. Este contexto está empezando a influir en procesos de contratación de directivos provocando que dichos procesos se vean ralentizados o parados a última hora, en el momento de la firma por parte del seleccionado. Se empieza a discernir un miedo por la actual situación laboral menos dinámica que nos hace ser excesivamente reflexivos a la hora de aceptar nuevos retos en nuestra vida laboral.

Al participar en un proceso de selección tenemos que estar dispuestos a correr los riesgos que supone el cambio. Por supuesto que existen factores de riesgo que pueden hacer fracasar el proyecto pero es en ese campo donde los directivos han de moverse, en la asunción de riesgos y en la toma de decisiones. Es necesario asumir los riesgos que conlleva cualquier proceso que nos saca de nuestro marco de comodidad y nos sitúa en una situación de mejora con un periodo de incertidumbre, muchas veces más psicológica que real.

Obviamente los cambios suponen riesgos pero no olvidemos que en mayor medida suponen oportunidades, oportunidades que, probablemente, lamentaremos haber dejado pasar porque quizás no se vuelvan a presentar.

Antes de acudir a un proceso de selección tenemos que plantearnos la siguiente pregunta ¿Estoy dispuesto a salir de mi plácida existencia y asumir un cambio ventajoso en mi carrera?. Si no es así es mejor declinar la invitación desde el principio y esperar a que el miedo al cambio no sea tan imperante en nosotros.

Si no queremos cambiar lo más probable es que el temor al fracaso nos conduzca al mismo pero si dicho temor lo entendemos como una simple y natural prudencia podremos dar el salto cualitativo (y cuantitativo económicamente) en nuestra carrera profesional. No debemos confundir miedo con prudencia porque el primero nos paraliza y la segunda nos permite seguir avanzando.

Hay que ser consecuente con uno mismo, si somos seleccionados porque los distintos actores que intervienen en el proceso de selección (head hunters, recursos humanos, gerencias, etc.) nos indican claramente que somos idóneos para el puesto quiere decir que el riesgo al cambio por motivos profesionales está minimizado, pero si aún así no queremos comenzar una nueva andadura es mejor no iniciar el proceso de selección y seguir hibernando en nuestro cálido refugio laboral.

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