La receta infalible para el éxito organizacional y nacional

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Por Luis Felipe Calderón Moncloa – Profesor del área de Administración. Doctorando en la Université Jean Moulin, Lyon, Francia. DEA

En Perú pareciera haber un número considerable de empresarios y ejecutivos (más en las pequeñas y medianas empresas, especialmente informales; pero no excluye del todo a las grandes y formales ni tampoco al Estado como empleador), quienes secundados por un coro de “expertos” (periodistas, académicos, funcionarios y opinólogos) creen en una infalible receta para el éxito organizacional.

La exitosa receta vendría a ser:

  1.  Pagar lo menos posible a los empleados.
  2. Tener menos empleados de los que se necesita.
  3. Que los empleados no estén en planilla y cobren por recibo (sin vacaciones, seguro de salud, jubilación ni estabilidad laboral).
  4. Los empleados de planilla pueden ser despedidos cuando se quiera. A los otros basta con no renovarles los contratos mensuales.
  5. Los empleados pueden ser amenazados cotidianamente dada su vulnerable situación.
  6. Los empleados se dejan amedrentar y hacen horas extras sin cobrarlas, incluso trabajando los días que no les corresponde.
  7. Los empleados tienen que abandonar sus estudios nocturnos porque no pueden salir a la hora en que debiera terminar su jornada laboral.
  8. Y, a pesar de todo lo anterior, los empleados no hacen problemas. Sonríen y están “comprometidos” con la empresa y tienen la camiseta puesta.
  9. Último pero no menos importante: tienen que sacarle el jugo a esa maquinita de 1940 que todavía funciona y que requiere mucha mano de obra no especializada.

Y si, a pesar de todas estas infalibles medidas a la empresa le va mal, el problema debe ser que no se ha aplicado suficientemente la receta, de modo que la solución es aplicarla con redoblada intensidad:

  1.  Reducir más aún los sueldos.
  2. Despedir más empleados.
  3. Los pocos que estaban en planilla pasarlos a emisores de recibos por honorarios (y ahorrarse los “sobrecostos” de vacaciones, seguro de salud y jubilación).
  4. Los que tenían contratos anuales o semestrales, pasarlos a contratos trimestrales o mensuales.
  5. Amenazarlos más enérgica y constantemente y restregarles lo vulnerable de su situación.
  6. Aumentar la jornada a 12 a 14 o más horas diarias sin cobrar las horas extras, aumentar los sábados y domingos trabajados sin remuneración.
  7. Abandonar los estudios nocturnos aquellos que aún no lo han hecho.
  8. Despedir a los que hacen problemas, no sonríen, no están “comprometidos” con la empresa y no tienen la camiseta puesta.
  9. Nada de desperdiciar el escaso dinero en maquinaria de última generación, eso es solo para los países ricos.
  10. Contratar consultores organizacionales para ver dónde más podemos “chancar” los costos y contratar otros consultores para que mejoren el “clima organizacional” y el compromiso de la gente y así para evitar la “inexplicable” rotación de personal.

No es ironía
Y no crean que digo todo esto con ironía pues conozco muy buenos ejemplos de algunas empresas, de todos los tamaños, a quienes la receta les ha funcionado: hoy los dueños son ricos y, en algunos pocos casos, hasta operan en el mercado internacional con éxito.

Claro, mejor ni miremos cómo le va al otro 98% de empresas que aplican esta receta: carecen totalmente de competitividad y solo sobreviven haciendo todas las típicas vivezas que hacen los peruanos para “chancar” costos (y que es una lista demasiado larga como para entrar en detalles aquí).

Corroboramos así lo que dice el psicoanálisis respecto a la “compulsión de repetición”, que es lo que hace todo neurótico, y lo que hace el empresario perdedor y el país perdedor, cuando su estrategia de conducta no funciona: la aplica con mayor ahínco, una y otra vez. Y gracias a esto, con gran esfuerzo, se mantiene perdedor y consolida aún más su ya sólido camino al subdesarrollo.

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