Enseñanza para Adultos, Buenos Métodos

2185

Por Renata Castillo (Ecuador), Profesora Escuela de Empresas, Universidad San Francisco de Quito.

Los seres humanos nacemos con la necesidad de explorar. Por ello, su potencial puede ser maximizado con buenos métodos de enseñanza.

El aprendizaje es un acto de supervivencia. Los seres humanos nacemos con la motivación, necesidad y curiosidad natural de explorar, cuestionar y descubrir el mundo que nos rodea. El potencial de cada persona puede ser maximizado con buenos métodos de enseñanza. Sin embargo, la pregunta acerca de cómo aprendemos mejor y cuáles son las metodologías de enseñanza más óptimas no tiene una única respuesta.

Debido a que somos diferentes, no podemos pretender diseñar una receta con ingredientes específicos que permita a todas las personas lograr un aprendizaje significativo. Los avances tecnológicos y los estudios en el área de la neurociencia nos han permitido conocer cómo funciona el cerebro. A pesar de que todavía queda mucho por aprender y descubrir, sabemos que cada cerebro es único y diferente. Inclusive, nuestro propio cerebro cambia a lo largo de la vida, por lo que nuestra forma de aprender va a ser distinta en base a las experiencias y conocimientos que vamos adquiriendo.

Podemos argumentar que nosotros nos acostamos a dormir con un cerebro distinto al que tenemos cuando nos despertamos, debido a que este es un sistema complejo, dinámico y que se transforma con las experiencias diarias.

El aprendizaje depende de la memoria y de la atención; sin estos dos factores es imposible aprender. Primero, debe haber un estímulo que capte y mantenga nuestra atención por un período apropiado y luego debemos determinar si este es lo suficientemente relevante como para guardarlo en nuestra memoria. Por tanto, es necesario que los objetivos y actividades de aprendizaje promuevan experiencias significativas, novedosas, que estimulen los sentidos, que sean memorables y activas.

Las experiencias de aprendizaje significativo deben estar relacionadas con nuestras vidas, intereses y necesidades. Deben, además, tener relación con los conocimientos previos y, lo más importante, tener sentido y significado. Nuestro cerebro, de forma consciente o inconsciente, se hace dos preguntas al momento de decidir si guarda o no cierta información en la memoria  a largo plazo: ¿Esto tiene sentido? (¿lo comprendo?); ¿Esto tiene significado? (¿Es relevante?, ¿Me sirve recordarlo?).

Las emociones son críticas al momento de aprender. Es esencial crear vínculos emocionales positivos con el proceso de aprendizaje. Un ambiente emocional positivo promueve mejores niveles de aprendizaje y rendimiento. En cambio, la ansiedad influye negativamente en el aprendizaje, ya que éste se inhibe ante amenazas y se estimula ante los retos. Por esta razón es necesario conocer a los estudiantes para saber cuáles son sus intereses, necesidades y formas de aprender, de tal manera que sea posible plantearles retos apropiados.

Cada etapa de la vida requiere de distintos estímulos para aprender

Aprendernos mejor cuando participamos de forma activa y a través de la interacción con otras personas. Es necesario que durante las actividades de aprendizaje se estimule la colaboración e interacción entre pares. Sabemos que la persona que más aprende es la que toma el rol más activo en el proceso. Por lo general ese rol lo toma el profesor, sin embargo, al estimular procesos cooperativos de aprendizaje se incentiva a que sea los estudiantes quienes asuman el rol de maestros para aprender los unos de los otros.

Al momento de escoger la metodología más apropiada, el reto está en lograr enseñar de manera diferenciada, activa, significativa y cooperativa a estudiantes que tienen distintos estilos de aprendizaje, intereses, culturas, niveles de desarrollo de destrezas, experiencias y conocimientos previos.

 

Fuente: Revista Ekos

 

Comentarios