El Coaching y nuestra responsabilidad como líderes

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Por Diana Rake (Perú), Headhunter y coach acreditada por la International Coach Federation

No sé si un viaje que hice a la India en 2008 activó algún llamado dentro de mí. La verdad es que fue un viaje de turismo sin ningún propósito místico, más bien conocer esa parte del mundo que acompañada de mis hermanas sería una experiencia inolvidable. Lo cierto es que a mi regreso recibí un mail invitándome a asistir a un taller de coaching basado en enseñanzas de Aikido (arte marcial japonés). Yo ya había estado interesada en seguir un programa de coaching serio, aunque no había tenido suerte de encontrar el programa adecuado aún. Algo dentro de mí me dijo que vaya.

Quién me aseguraría que esa decisión terminaría enrumbándome por un camino de autoconocimiento en cuanto a emociones, creencias, cuerpo y hasta espiritualidad. En ese taller que resultó poderoso conocí a profesionales altamente calificados y personas maravillosas. Algunos compañeros del taller me hablaron de un programa de coaching que habían seguido y que se llamaba coaching ontológico. “¿Onto qué?”, fue mi primera reacción. Sonaba más a una rama de la medicina. Claro que yo venía buscando algo serio y ejecutivo, y eso sonaba esotérico. Resulta que confié en que el Universo me estaba invitando a algo nuevo.

Ontología es una rama de la filosofía que estudia al ser. Por lo tanto, el coaching ontológico es una disciplina conversacional desempeñada por un coach que acompaña a un coachee a reconocer su actual manera de ser y transformarla en una forma de ser que le sirva para obtener los resultados que busca, también sirve para acompañar a que un coachee pueda identificar eso que busca cuando no lo tiene claro.

¡Vaya que era nuevo!, era entrar a un mundo en el que a muchos ejecutivos nos cuesta entrar. No bastaba tener aprendizajes desde la acción, sino desafiar tus miedos más profundos, atreverte a ver tus sombras, perdonarte y perdonar a otros, así como cuestionar creencias arraigadas, saliendo de nuestra zona de confort. Fuimos acompañados por coachs que sabían que si nosotros no trabajábamos internamente, no podríamos acompañar a otras personas.

Puedo decir que aprendí muchas cosas valiosas para mi vida personal y laboral; entre ellas desarrollé una capacidad de escucha más fina, el poder ponerme en el lugar del otro para identificar su inquietud más allá de lo que en apariencia pueda estar diciendo; la habilidad para abrir conversaciones que parten de un diseño y un objetivo, de un modo tal que la otra persona las pueda escuchar de la mejor manera; es decir un cuidado más consciente del otro.

Tras todo este proceso de aprendizaje, certifiqué. Desde allí siguieron una serie de programas como Life Coaching, Coaching Organizacional y terminé siendo coach en Asersentido, una escuela internacional de coaching ontológico integral donde acompañé a grupos a certificarse por tres años consecutivos.

UN COACHING RESPONSABLE

Otra de las experiencias más satisfactorias en mi carrera como coach ha sido colaborar en la formación en habilidad blandas de jóvenes becados por WAAIME, una asociación de mujeres que apoya a estudiantes universitarios de las carreras de minería y energía, quienes ganaron mayor confianza y seguridad en sí mismos para obtener mejores resultados en sus entrevistas de trabajo y luego también tenerlas como profesionales. Se diseñó un programa de acuerdo con sus necesidades que sigue teniendo impacto en más de 400 ingenieros/as a lo largo del país. Sus testimonios son conmovedores. Por ejemplo, recuerdo que uno nos dijo que le costaba mucho sacar su voz y que ahora podía hacerlo. Otra coachee nos dijo que se sintió discriminada por ser mujer y que ahora podría darse a conocer consciente de su género y lo que ello podría aportar al equipo.

En el Perú existen varias escuelas de coaching ontológico. En ocasiones, los ejecutivos somos reacios a entrar en un programa que nos muestre nuestras sombras y no solo nuestras luces, y que además incluya dominios poco explorados como el mundo emocional o corporal. Preferimos herramientas dinámicas y lógicas porque nos sentimos más cómodos con ellas. Desde mi experiencia, fue positivo arriesgarme a iniciar la aventura de conocerme más.

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