Descubriendo y Desarrollando Talento

1967

Por Isabel Navas (España), Socia Consultora de ELIGE

La clave de RRHH es la gestión del talento, desde el individuo hasta la organización en forma de sistema. Partimos del individuo como clave del éxito para la mejora de resultados en la organización. Partiendo de esta base, nos surge la necesidad de saber cuál es el talento necesario en nuestra organización y cómo medirlo, identificarlo y situarlo, para después desarrollarlo. Hasta hace unos meses, hemos trabajado con los conceptos de potencial, desempeño y motivación. Volviendo a Aristóteles, podemos ver los factores que proponemos en nuestra definición de talento: una excelente ejecución, como potencial; un esfuerzo sincero, como desempeño; y una intención como emocionalidad. Cuando hablamos de talento, no debemos quedarnos en la definición de habilidades directivas o competencias. Debemos englobarlas en un sistema más completo, dentro de una tercera parte, potencial. Aquí las habilidades son concretas, definidas y con una serie de comportamientos conocidos por todos. Cuando nos vamos a desempeño, salimos de conceptos clásicos de planificación, organización y resultados, para ampliarlos en cuatro ramas: eficiencia, eficacia personal, hábito, accountable y sostenibilidad. Un profesional que va acogiendo cada vez más responsabilidades debe ser consciente de la necesidad de crecer en la eficiencia de su trabajo. Cuanta más experiencia y conocimiento en entornos cambiantes se tiene, más aumenta la madurez profesional. La eficacia es la capacidad de lograr aquello que uno se propone.

Conocer el concepto de hábito es otro de los ingredientes que nos aseguran un excelente desempeño. Entender no sólo el significado de la palabra, sino cuáles son las claves para identificar los hábitos que un profesional debe adquirir en su posición para dar buenos resultados. Cuál es la curva del aprendizaje personal, y como uno mismo es capaz de adquirir o desaprender estos hábitos en función de las necesidades del entorno.

Accountable es un término que no llegamos a ajustar en castellano y, sin embargo, es una palabra cada vez más utilizada en nuestra gestión diaria. Por tanto, vamos a darle un espacio para poder aclarar su definición. Con este término tratamos de definir un grado alto de responsabilidad unido a fiabilidad. Queremos identificar a aquellas personas que asumen una función, con el compromiso e implicación que les lleva a gestionar el entorno, ejecutar aquellas acciones necesarias para el logro de un fin concreto, e informar de ello, con honestidad; es decir, incluso cuando ese informe muestre la propia vulnerabilidad. Sin duda, es un concepto muy completo y complejo, pero indispensable en aquellos managers que quieren lograr buenos resultados en la gestión de los que les rodean.

Ser sostenible es también otro término cada vez más utilizado cuando estamos descubriendo y desarrollando talento. Hablamos de mantener un equilibrio con todo aquello que nos rodea. Desde un entorno micro, basado en las personas con las que trabajamos, a un medio más amplio donde incluimos a los departamentos con los que nos relacionamos, las empresas con las que colaboramos, la situación económica que nos rodea, e incluso nuestro entorno social y personal. Cuanto más equilibradas sean nuestras acciones, más consistente es nuestro perfil. Más fuerza le damos a nuestras acciones, puesto que las acompañamos con una transformación de nuestro ser.

Dejamos para el final el tercer factor. Hemos hablado de potencial, desempeño y ahora entramos en emociones. Medir la emoción es uno de los retos en los que más hemos trabajado últimamente. Tenemos clientes con preguntas expresas sobre esto. Después de charlar e investigar con empresas de sectores diferentes a RRHH, NeuroVitalia, por ejemplo, recién aterrizados en Madrid, llegamos a establecer tres tipos de emocionalidad: motivación, estado emocional y estado físico.

La propia motivación de la persona. Un profesional con un gran potencial y un excelente desempeño, si no está motivado por el proyecto en el que se embarca, sus resultados no llegan a ser tan buenos como podrían. La motivación de una persona puede estar fuera o dentro de la empresa. Tan loable como identificable. Conozco el caso de un ingeniero brillante, que todo su enfoque vital está en la escalada, en alcanzar la siguiente cima. Esto es a lo que dedica todo su tiempo libre. Tanto que alarga sus vacaciones con excedencias para poder pasar cada vez más tiempo en la montaña. Esto es perfecto para él, es su modo de vida. Pero su enfoque vital no está en la empresa, sino en su estilo de vida. Sin duda, el estado emocional, incluyendo en este apartado el control emocional es otra de las claves fundamentales. Mantener la calma en momentos de incertidumbre. No dejar que el caos nos lleve a tomar decisiones equivocadas e incluso a alzar la voz, es algo que ya quedó claro, en la teoría de los estilos de gestión del siglo pasado. Saber identificar cuando nos estamos dejando llevar por una determinada circunstancia, controlar las emociones desde la racionalidad, sigue siendo muy difícil, pero por supuesto, también es un rasgo que se entrena y se aprende. El estado físico es uno de nuestros últimos descubrimientos. No como concepto, pero sí como otra de las claves, para medir y controlar, profundamente ligada al resto de los rasgos que hemos desarrollado. El principio de la seguridad de un profesional debe partir del cuidado de uno mismo. “Si yo me cuido, cuido mi entorno, y cuido a las personas con las que trabajo”. En el momento que un manager gana seguridad desde su estado físico, gana en resultados, entonces es consciente de la necesidad de cuidar a las personas con las que trabaja, ganando también en resultados, pero esta vez multiplicados por el poder del equipo. Fomentar el running entre los compañeros de trabajo, programas de salud en la empresa, con podómetros incluidos, masajes financiados por la compañía, son algunos de los ejemplos más cercanos que conozco.

 

 

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