Autoconocimiento y Talento

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Por Aberto Sánchez-Bayo (España), Director de Arquelogía del Talento

El autoconocimiento aspira a la obtención de respuestas acerca de la identidad del individuo. ¿Quién soy? ¿Cuál es mi razón de ser? En un mundo competitivo esta labor se perfila cada día más relevante en cuanto procura una ventaja comparativa. El conocimiento técnico se ha vuelto insuficiente para operar en la economía moderna y sus mercados laborales, está al alcance de todos pues siempre se puede adquirir con mayor o menor esfuerzo. La oportunidad está en la naturaleza individual, en esos rasgos que nos confieren singularidad dentro de la especie humana. La oferta de servicios orientados en este sentido es cada día más amplia.

El conocimiento de uno mismo es siempre inconcluso pues la conciencia humana es un recurso limitado en sí mismo, sujeto a las leyes del tiempo y el espacio. Al ser más de lo que podemos creer ser en cada momento, el proceso de conocerse a sí mismo es fuente inagotable de abundancia y prosperidad. En las sociedades modernas actuales donde el medio se ha convertido en un fin en sí mismo, el éxito se ha convertido en la diana a donde apuntar pues el éxito nos convierte en genios a los ojos de los demás. Por tanto indagamos sobre nosotros mismos a la búsqueda de nuestro talento. ¿Talento es lo mismo que Genio?

Pudiera considerarse en un primer momento que talento no es igual que genio, pero el genio no es posible sin talento. Uno es un genio en su espacio del talento y vocación. Un “idiot savant” no es considerado socialmente como genio pero lo es en determinadas funciones relacionadas especialmente con la memoria visual o auditiva. Cervantes seguramente tampoco lo habría sido si se hubiera dedicado a buscar el éxito económico (solo basta saber que fue recaudador de impuestos y su vida en todos los órdenes salvo en la literatura fue penosa cuando no desastrosa). Los ejemplos serian muchos. El Genio es el resultado de activar esa combinación esencial de capacidad inherente a cada individuo que es el Talento. Por tanto si consideramos el Talento como el patrón original que organiza y optimiza nuestro potencial para el desarrollo de unas determinadas funciones y que nos abre a la vocación, el talento está en la base del Genio. Pero el Genio es independiente de su éxito social proyectado; el genio es Genio por sí mismo y su genialidad terminará empapando la sociedad e influyendo favorablemente sobre ella a través de sus Dones.

El talento es por tanto un atributo innato que configura la arquitectura de nuestro ser y sus posibles desarrollos, es una condición que reside en la esencia del ser que hay que poner en juego en el campo de la vocación para que el genio pueda manifestarse a través de su obra. ¿Cómo desarrollar el Genio? Imbuidos de una cultura en la que vales por lo que adquieres a través de la voluntad y el esfuerzo podríamos pensar que hemos de seguir este camino. A esto cabe preguntarse. ¿Aprendiste a andar por tu propia voluntad? ¿Aprendiste a hablar por tu propia voluntad? Obviamente no porque no tenías conciencia de ti mismo y el ejercicio de la voluntad tal como se entiende requiere de la intención consciente. Pongo estos dos ejemplos porque andar y hablar son talentos de la especie humana, y se desarrollan por inclinación natural en su medio, porque al ser innatos forman parte de instinto. No ocurre lo mismo con el nadar que es una habilidad adquirida, no innata pues el agua no es nuestro medio natural de desarrollo. El Genio necesita su medio, el Genio solo puede operar en su espacio de libertad. El Genio debe encontrar por tanto su camino, ese que es inherente a su talento. Y andarlo.

Es obvio que el Genio ha de conducir su talento con dedicación para realizar su camino, pero esta dedicación no es el esfuerzo al que comúnmente damos valor y llamamos fuerza de voluntad. Recordemos que el talento es una función óptima de capacidad, que minimiza el consumo de energía en la consecución de resultados (algo que es la intención de cualquier innovación tecnológica) y se rige por tanto por la ley del mínimo esfuerzo. Ley ésta contraria a la ley del derroche innecesario de energía, recursos y capacidad que caracteriza a sociedades, organizaciones e individuos ineficientes con poco conocimiento y valor de sí mismos. Volvamos a Cervantes para ilustrarlo: su dedicación para escribir tantas obras y algunas voluminosas es obvio (talento literario), el esfuerzo que dedicó a recaudar impuestos fue enorme, lleno de sinsabores y desgastante (habilidad aprendida que le supuso gran esfuerzo y pocos resultados). El talento es un ejercicio de la libertad (en Cervantes la literatura era un camino de liberación), y somos libres cuando somos, cuando nos sometemos a nuestra propia naturaleza y a la intención depositada por la creación en cada uno de nosotros. Y ello no es posible sin enfrentar las pruebas que la vida nos pone por delante para que nos rindamos a quienes somos y derrotemos a quienes nos creemos ser.

Por tanto, en el principio de la obra del Genio está el talento y luego en la dedicación resultado de la inclinación natural de su talento. Esta es la lectura que hay que dar a la frase sobre la creación de los genios “el 1% es inspiración y el 99% transpiración”, frase que por cierto se atribuye con diferentes porcentajes a diferentes genios de la humanidad: Beethoven, Picasso, García Márquez, Stravinski, Umbral, Alva Edison,…. Ese momento de inspiración genial es conforme al talento natural, a los dones recibidos, y va a encontrar así mismo en el talento su mejor vehículo de desarrollo, realización y materialización. La autorrealización (el talento musical quiere hacer música, el talento financiero quiere invertir su vida en el mundo de las finanzas, …) se construye desde el talento. 

Y en el talento no hay mérito porque nos es dado por la naturaleza, sin embargo en el Genio hay mérito, pero este no es posible sin el punto de partida del talento. El mérito del Genio es el de la conquista de la libertad, de su libertad, el de liberar el talento. ¿Cómo ser consciente del talento? Pareciera que esta es la cuestión de partida para sacar el genio que somos en potencia, aunque el talento y el genio, como Messi juegan desde el inconsciente. Y en este espacio de juego, el ego, resultado de la conciencia de sí mismo, desaparece. Eres cuando no eres y el único camino válido para todos es el de la libertad, camino que se inicia en la virtud. Por ello el talento encierra en sí mismo la cualidad virtuosa y hace virtuoso a quien recorre su propio camino, el de la senda de su vocación.

 

 

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