¿Cómo trabajar con empleados difíciles?

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En muchas ocasiones para el gerente general o para el departamento de recursos humanos no es fácil lidiar con empleados con problemas de asistencia, insubordinación o adicción al alcohol.

En estos casos, es importante dirigirlos correctamente, seguir medidas disciplinarias que requieren de un buen juicio y sentido común.

A continuación, presentamos una serie de recomendaciones para dirigir a empleados que se encuentren en esta situación:

Problemas con asistencia (Incluidos el absentismo y también el llegar tarde). Este tipo de problemas se han convertido en un serio inconveniente que puede causar un despido justificado.
Algunas veces los empleados no acuden al trabajo, o llegan tarde, por razones legítimas (por ejemplo, por enfermedad, problemas de los hijos, problemas meteorológicos, o creencias religiosas). Los directivos deben identificar a los empleados que tienen razones legítimas y tratarles de forma distinta de cómo tratan a aquellos que llegan tarde o no van al trabajo de forma sistemática.  

Problemas de insubordinación. La negación de un empleado a obedecer una orden direc­ta de un supervisor, es un desafío directo al derecho de la dirección de dirigir la empresa. La insubordinación también se produce cuando un empleado agrede verbalmente a un supervisor. La disciplina ante la insubordinación suele variar en función de la seriedad de la insu­bordinación y la existencia, o no, de factores atenuantes. Los factores atenuantes incluyen el historial laboral del empleado, su antigüedad y si fue provocado por una agresión verbal por parte del supervisor.

Sin embargo, existen dos excepciones que permiten que un empleado desobedezca una orden directa: las actividades ilegales y las cuestiones de seguridad.

Mala conducta relacionada con el abuso de sustancias. La utilización del alcohol en el trabajo y acudir ebrio al trabajo se consideran malos com­portamientos graves y pueden exigir una dura medida disciplinaria. Las organizaciones que tienen razones laborales para restringir el alcohol en el trabajo, o trabajar «bajo la influencia del alcohol», deberían tener políticas claras y razonables.

La mejor forma de demostrar que un empleado ha acudido ebrio al trabajo es utilizar una prueba de contenido de alcohol en sangre. Los supervisores pueden sospechar que un individuo está ebrio si tiene un comportamiento anormal (hablar muy alto o blasfemar), tiene problemas para vocalizar o su aliento huele a alcohol.

Una primera infracción en cuanto al consumo de alcohol puede derivar en una suspensión o en el despido debido al daño potencial que puede crear un empleado en estado de embriaguez.

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