Aprende a medir tu valor laboral

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Te has pasado la mayoría de tu vida trabajando y nunca has pedido un aumento. El aumento anual o aguinaldo que recibes todos los años apenas te da para mantener el costo de vida. ¿Te suena familiar? Esta es una situación a la cual millones de mujeres se enfrentan a diario; trabajamos largas y dedicadas horas por sueldos que bordean lo ridículo, causándonos daños irreparables como el estrés y la amargura que genera el sentirnos no valoradas.

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Es muy fácil culpar a nuestros empleadores y decir que “ellos” no reconocen nuestro valor y no nos pagan lo suficiente. Pero habiendo sido participe en miles de negociaciones de sueldo tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica, puedo afirmar que la responsabilidad no suele ser netamente de nuestro empleador. Nosotras también cargamos con la culpa en este problema.

Nuestros empleadores en general, hacen todo lo posible para mantenerse al tanto de la variación de los “factores compensables”, pero al final de cuentas, es nuestra propia responsabilidad saber cuánto valemos y cómo pedirlo. Después de todo, ¿por qué alguien querría darte lo que no estás pidiendo?

La analogía que suelo usar con mis clientas es que piensen en alguna de las varias oportunidades en las que compraron un par de zapatos. Si lo piensas, a todas nos gusta comprar zapatos en oferta.

¿Por qué habrías de pagar el precio retail por un par de zapatos que claramente tienen una etiqueta de oferta? Por lo mismo, cuando tú no sabes lo que vales, ni sabes cómo pedirlo, es como si entraras a negociar con una etiqueta de rebaja. Al ver esta etiqueta, un empleador tampoco estará dispuesto a pagar más de lo que tiene que pagar por tu trabajo.

Pero, ¿cuál es la raíz de nuestra inhabilidad de negociar por nosotras mismas? Si destilamos el problema a sus raíces más básicas, el origen de nuestro problema es que las mujeres somos increíbles cuando negociamos por otros, pero carecemos las herramientas necesarias cuando se trata de hacerlo para nosotras mismas.

Analicemos los distintos entornos en los que nos desenvolvemos

En la Familia: ¿Los niños necesitan llegar a la práctica de fútbol? ¿La cena tiene que ser preparada? ¿Hay que hacer las compras? No lo piensas dos veces antes de tener que llamar a la oficina y disculparte porque tu hijo está en casa enfermo. Tu familia y amigos saben que siempre pueden contar contigo.

En el Trabajo: Eres una de las integrantes más confiables del equipo y la alta calidad de tu trabajo habla por sí mismo. ¿Alguien tiene seguir trabajando hasta altas horas de la noche? ¿Trabajar los fines de semana para lograr cumplir con la fecha límite? Tu equipo sabe que puede contar contigo para todo.

¿Qué hacemos para seguir adelante?
Como ya hemos notado, cuando se trata de velar por nosotras mismas y nuestros salarios, tendemos a optar por no negociar. Trabajamos duro y somos fieles, con la esperanza de que algún día seamos valoradas, pero no nos damos cuenta que el sistema está diseñado para valorar a los que saben lo que valen y saben cómo pedirlo.

Aunque todas las industrias son diferentes, todos los empleadores tienen culturas distintas y nuestras relaciones interpersonales dentro de la compañía también son únicas, hay algunas técnicas básicas que todas deberíamos manejar para poder obtener lo que valemos en términos de sueldo. La clave para resolver este problema está basada en dos puntos muy sencillos:

  • Averiguar lo que valemos cuantitativamente. Si no sabes lo que estás pidiendo, ¿cuál es el valor en ir a negociar? Entender e internalizar el valor agregado que tú traes a la compañía, te ayudará a encontrar la fortaleza para negociar. Recuerda que nadie te dará lo que no estás pidiendo, no importa qué tan valiosa resulte ser tu contribución a la empresa.
  • Desarrolla una estrategia única para negociar lo que tú vales. Nadie sabe mejor que tú cuáles son tus debilidades y tus áreas fuertes. Planea una estrategia que no sólo toma en cuenta que deberías negociar como mujer, pero que también utilice todas las herramientas que tienes a tu disposición. Estas herramientas incluyen tu presencia física en la reunión, tanto como aprender a leer señales físicas de otros en términos del impacto que estás teniendo en ellos al conversar.
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