¿Conversan deporte y organización?

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Por Maria Jose Ballen – COO de Inmovo

Está comprobado que la práctica de cualquier actividad física mejora la calidad de vida en las personas en general y en las que trabajamos tiene la capacidad de aumentar nuestra productividad. 

Entonces me pregunto si es válido pensar que la empresa puede ser una fuente promotora de actividad física y de la vida sana entre sus colaboradores. ¿Podría implantar algún programa de bienestar físico y recompensar a aquellos que participen y que incluso logren cambios positivos en su salud?

Me hago esta pregunta aún cuando me considero físicamente activa me cuesta muchísimo vencer la inercia para hacer deporte. Me imagino que a muchos les pasa lo mismo, que nos gana el sueño, la garúa o el frío (o el calor) y, una vez más al apagar el despertador nos repetimos “salgo mañana fijo” o “voy al gimnasio en la noche” y seguimos durmiendo. 

Aunque no lo parezca, esta simple decisión de ignorar nuestros objetivos personales hará que empecemos el día menos motivados, probablemente nuestro rendimiento de ese día sea menor y nuestro humor tienda a ser más negativo. Para las personas que son sedentarias, en general tenderán a mantener su status quo que está demostrado son más propensas a desarrollar enfermedades no transmisibles y complejas como son la diabetes, sobrepeso, obesidad, cáncer, hipertensión, etc.

Si vamos a lo que ganaría la empresa con esto, ya conocemos algunos resultados: la mejora de estado físico en general, el aumento de la productividad, disminución del ausentismo, la prevención de enfermedades crónicas, disminución de la ansiedad y de la aparición de episodios depresivos, así como el aumento del compromiso del colaborador con la empresa y la retención del talento clave. 

Es grato saber que hay muchos ejemplos de empresas que ya han implementado estos programas o espacios dentro de sus instalaciones para facilitar que se haga actividad física (gimnasios, clases de baile, etc.) otras aún no, pero son cada vez más las que apuestan por este tipo de acciones para los colaboradores siguiendo las recomendaciones de las investigaciones de la salud que demuestran que las personas entre 18 y 60 años deben hacer actividad física moderada al menos 150 minutos a la semana y que el cuerpo humano está diseñado para ahorrar energía cada vez que se le presenta la oportunidad. 

En las empresas que se preguntan cómo pueden promover esta cultura, se recomienda iniciar por lo más simple. Pueden instaurar pequeñas acciones en el día a día, que incentiven a que los colaboradores estén más activos durante la jornada para evitar que la fatiga, el sueño, y otras sensaciones negativas los afecten; por ejemplo:  

  1. Incentivar a los colaboradores que usen la bicicleta como medio de transporte de y hacia centro de labores.
  2. Promover grupo de caminatas.
  3. Promover hacer reuniones caminando, especialmente entre dos personas (walking meetings).
  4. Promover el uso de escaleras entre pisos o hacer vías peatonales para el desplazamiento dentro de las instalaciones.
  5. Incentivar que los que van en carro se estacionen lejos de la puerta principal de la oficina, en vez de lo más cercano.

Con estas acciones estamos promoviendo una cultura de actividad vs. de sedentarismo. No obstante, es necesario saber que la participación y adherencia a estas actividades puede ser difícil – en mi oficina, soy la única que diariamente sube por escaleras los 6 pisos todos los días.  Las áreas de bienestar de las organizaciones deben saber que para lograr la mayor participación posible en estos programas –por qué no pensar también en la de los programas de salud ocupacional (participación en pausas activas)– hay que buscar incentivar con el ejemplo y recompensar a los colaboradores por pararse de sus escritorios y moverse constantemente. 

La evidencia muestra que el 90 % de personas está dispuesta a probar nuevas cosas si son correctamente recompensadas y cambiar hábitos toma por lo menos 2 meses. Para poder ayudarnos con esto existen opciones en el mercado que ayudan a crear entornos exclusivos para el registro de actividad física donde todos los colaboradores conviven compartiendo sus experiencias, y por sobre todo recompensando, su constancia y adherencia. 

La manera más trendy, tecnológica y cada vez más asequible es con algún fitness trackers, un smartphone o smartwatch. El día de hoy la mayoría de smartphones tienen contadores de pasos y de distancia, y muchísimas personas están migrando también a los relojes inteligentes. Con estos últimos es incluso más poderoso puesto que podemos registrar cualquier actividad física con mayor detalle desde el inicio al termino de dicha actividad sin tener que llevar el celular. Por ejemplo, si voy a hacer una clase de natación, puedo activar mi dispositivo para que registre las diferentes métricas de mi entrenamiento.  Pero no solo con el deporte organizado, también mientras camino en el centro comercial con mi familia, puedo activarlo y registrar deliberadamente mi actividad y obtener métricas exactas de mi caminata (distancia, ritmo, tiempo, calorías, etc.). 

Cada día más y más estudios demuestran que usar dispositivos electrónicos y conocer esta información es una forma efectiva de mantenerse motivado y adherido a un estilo de vida más saludable. 

Debo decir que he tenido el gusto de encontrarme con empresas y universidades que ponen mensajes en los elevadores o en las escaleras con las calorías que quemarías si las usas o dejas de usar para ayudar a la concientización y elección activarse que está muy bien, sin embargo es importante darnos cuenta que la pérdida de peso no es la recompensa final; la recompensa final es tener un buen estado de salud.

De los varios ejemplos de programas de bienestar en el mundo, dos de los más resaltantes fueron una empresa española que implementó un programa así en el entorno laboral durante 12 meses.  Los resultados, comparados contra aquellos que no participaron en el programa, fueron impactantes: hubo una mejora en la aptitud física en general y en los índices de composición corporal (frecuencia cardiaca, niveles de oxigenación, colesterol y peso), disminuyó el número de fumadores, se incrementó la productividad y se redujo el ausentismo.  En México, una empresa incluso midió y reportó que se incrementó la felicidad y se disminuyó el estrés de los participantes. 

¿Es posible, entonces, que las empresas consideren pensar en el bienestar de los colaboradores desde un nuevo ángulo? Uno que incluya el bienestar como un todo y saber que para cambiar malos hábitos se hacen necesarios esfuerzos novedosos (y no necesariamente costosos) desde adentro para así tener un grupo humano sano, positivo, con energía y dispuesto a luchar por la empresa.


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